VIAJEROS   

            (Premio Nacional de Poesía "Conrado Blanco León 2011")

   Todo deseo guarda
esa extraña emoción de los viajes:
el insomnio, el letargo, el anticipo de lo que serán
andenes donde el atardecer parecerá una puerta
abierta a todos los abrazos o a ninguno.

Lejos del corazón sediento de los nómadas
gravita únicamente la hojarasca
estéril del recuerdo, la cálida impostura
del hambre amontonada
sobre la rota luz  de los espejos.
Y en esa encrucijada su voz late sin prisa,
y duerme, como el sabor del vino más antiguo, 
una siesta de fechas detenidas  
en la taberna inhóspita del tiempo.

De aquí al amanecer todo es distancia.
Cada segundo esquivo es un partir sin rumbo
hacia un lugar  en el que nunca he estado,
una estación vacía en la que aún es posible
empezar a amar desde el principio.
Amar buscando el norte en el paisaje
de las madrugadas, mientras los ojos sueñan
con postales no escritas y nombres
de mujer tatuados en la espalda
con la caligrafía inquieta del deseo.

Por las manos respira el corazón desnudo,
como un perro que espera tras la puerta
el eco que precede a nuestros pasos.

Ida o regreso. Quién lo sabe,
si apenas somos cuerpos,
hechos de sueño y hambre,
tiritando en el pecho de un pájaro perdido.

Si nos dejan el fuego, quemaremos los trenes
rojos de la sangre cuando nadie nos mire.
La verdad, en penumbra, es un beso perdido
en las horas estrechas del invierno,
una luz inquilina que tiembla de impaciencia,
tratando de alcanzar a nuestro lado
la frontera que separa los labios del silencio.

Sabedlo. De aquí  al amanecer todo es distancia,
y nosotros extraños viajeros de otra piel,
capaces de inventarle atajos a la noche
sobre el balasto azul de la memoria. 

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