Premio Nacional de Poesía "Flor del almendro" 2018




PUNTO DE FUGA


Encontrará tu ausencia
un cielo amanecido cuando vuelvas.

Mientras,
un alcotán de espuma ocupará la luz
sin dueño de esta hora
y en el vientre maternal de los tambores
se hará grande el silencio.

Duerme.
Ahora ya no hay patria más lejana
que el recuerdo de un beso no entregado.

Deja la noche abierta
para que el viento exhale su victoria
y párate a escuchar cómo palpita,
desnuda, la hojarasca
bajo el arrullo gris de las tormentas.

En la raíz profunda, la quietud deja surcos
que avanzan como trenes somnolientos
en busca de estaciones desoladas.

Lejos,
ajeno a la verdad y a la memoria,
el tiempo irá esbozando  ese verdor
del musgo atardecido
y el canto inquebrantable de la alondra
abriendo las semillas de otro invierno.

Pero tú no lo oirás llegar tan a deshora,
ni sabrás qué  horizonte lo contempla
o en qué punto de fuga se detiene
ese caballo de nieve que galopa
sobre la tierra rojiza de las tardes.

Duerme,
como duerme la luz que deja un fuego herido.
Celebra en cada espejo tu existencia.

Mientras suene esta música olvidada,
podrás soñar con reinos que no existen,
con ecos que no existen,
con templos derruidos y entregados.

Solo la terquedad del tacto
escribirá mañana un prólogo distinto,
una canción frutal no amanecida.

Mañana,
tu voz será ese  pájaro que vuelve del destierro
con la dulce quietud de los almendros;
temblando, como savia o nieve que retorna
hacia el albor hiriente de la vida.

Entonces, beberás esa luz,
ya exenta de artificio,
y  podrás recordar, al fin, qué canción,
alondra o  tacto  nos envuelve
                                         al despertar desnudos y ateridos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario